durmiendo bajo un arbol
y lo miré y fruncí el entrecejo y el monstruo era yo.
David Bowie: The width of a circle
Una de las cosas que caracterizan a Ravenloft es el hecho de que muchos enemigos pueden resultar indistinguibles de los simples humanos. Es el caso de los vampiros, de los licántropos, de las sagas… Pero sin duda los maestros de esa infiltración son los doppelgánguers.
El doppelgánguer aparece en las leyendas medievales alemanas. Es un demonio o hada que vive en los bosques y que toma la apariencia del primer hombre con el que se cruza para luego cometer crímenes que les sean imputados al pobre desdichado que ha tenido la mala suerte de toparse con este ser. El manual de monstruos nos describe a estos seres con una apariencia cercana a los aliens de nuestra cultura popular: altos, delgados, cabezones y sin apenas rasgos corporales. Y por supuesto, con la aptitud de cambiar de forma a voluntad.
El doppelgánguer es un monstruo al que, pese siendo un enemigo con un Valor de Desafío Bajo, se le puede sacar muchísimo partido en Ravenloft. Ya en cualquier otro setting estos duplicantes resultan peligrosísimos por su capacidad para pasar desapercibidos y tomar la personalidad que deseen. Pero en un mundo como Faerûn la mayoría de autoridades locales conocerán la existencia de estos seres y por tanto su forma de operar. Cuando alguien comience a comportarse de manera sospechosa los magos y clérigos del bien barajarán la posibilidad de los dopelgángers.
No es el caso del Semiplano del Pavor.
Teniendo en cuenta la ignorancia de los habitantes del semiplano, es de suponer que muy pocos conozcan la existencia de los doppelgánguers, incluso entre el clero y los estudiantes de lo arcano. Si un grupo de estos seres decide hacerle la puñeta a nuestros jugadores, será difícil convencer al bobo alguacil local que detrás de los asesinatos producidos a vista de todos no se encuentra el grupo sino unos cambiaformas diabólicos. Hay que recordar que un doppelgánguer disfrazado puede ser detectado con un simple detectar magia; pero la irradiación sólo la verá el lanzador del conjuro y éste tendrá que convencer al vulgo que lo que dice es cierto. Eso si está en un dominio donde se confíe en los lanzadores de hechizos…
Los doppelgángers ofrecen muchísimas herramientas para un DM. Pese a que no son necesariamente malvados, son egoístas y sólo cuidan de ellos y su especie. Y recordemos finalmente que Ravenloft posee su propia versión del doppelgánger, que aunque no añade grandes cosas a la estadística del bicho, sí posee un alineamiento maligno.
Hay infinidad de libros, cómics y novelas que hablan del terror que producen unos agentes malignos disfrazados de simples vecinos. Pensemos en Los ladrones de cuerpos, o en Mística de los X-Men, o en Misteriosa Obsesión, o en Dark City…Las posibilidades son ilimitadas
En mi campaña:
Inspirándome en Dark City; En Etapa Colonial introduje una pequeña comunidad de doppelgángers. Estos seres habían llegado de alguna manera a Ravenloft y deseaban sobre todo salir del mundo y volver a su lugar de origen. Además en el semiplano del pavor eran incapaces de procrear y se estaban extinguiendo. El culto de Melmoth consiguió convertirlos en sus sirvientes a fuerza de secuestrar a uno de sus líderes y de prometerles una vía de escape de Ravenloft. Cuando el culto quiso iniciar la guerra entre Caledonia y Dementlieu, puso a operar a los suplicantes a ambos lados de la frontera, propiciando una escalada bélica de provocaciones que desembocó en la declaración de guerra.
Cuando mi grupo de jugadores metieron mucho las narices, los doppelgánguers se las arreglaron para que se les acusara de una serie de asesinatos en una ciudad fronteriza. Mis jugadores se pasaron unos días en chirona mientras la guerra comenzaba y los duplicantes contaminaban el agua de la ciudad matando a toda la población.
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